
Un Adiós al Goleador Eterno
Con profundo dolor y respeto, nos despedimos de un ícono del Club Atlético Los Andes, Don Ángel del Moro, el máximo goleador de todos los tiempos de nuestro querido club. Su partida nos deja un vacío imposible de llenar, pero su legado permanecerá eternamente en nuestros corazones.
Un Jugador Lendario
Don Ángel no solo fue un delantero letal, sino un símbolo de coraje, humildad y amor profundo por la camiseta milrayitas. Sus 94 goles en la gloriosa década del 50 son un recordatorio constante de su habilidad y dedicación en el campo. Pero más allá de sus logros deportivos, Don Ángel fue un hombre de valores, un verdadero líder que inspiró a sus compañeros y a los hinchas con su entrega y pasión.
Un Equipo Campeón
En aquella década dorada, Don Ángel fue parte de un equipo que logró un campeonato histórico. En una entrevista con Alberto Rincón, recordó con emoción a aquellos tiempos: "Teníamos un cuadrazo... estábamos todos siempre juntos". Sus palabras reflejan la camaradería y el espíritu de equipo que caracterizó a aquel plantel.

Un Hombre de Valores
Don Ángel también recordó con gratitud a los dirigentes que lo apoyaron, como Eduardo Gallardón y Horacio Palacios. Su desinterés y generosidad quedaron en evidencia cuando rechazó quedarse con su parte de la suma récord que recibió por su transferencia, priorizando el bien del club sobre sus propios intereses.
Un Legado Eterno
Para quienes tuvieron el privilegio de verlo jugar, Don Ángel fue el mejor de todos. Hoy lo despedimos con dolor, pero también con profundo agradecimiento por el legado que nos dejó. Su figura quedará grabada en la memoria milrayitas por siempre, y su nombre será recordado con cariño y respeto.
Descansá en Paz, Goleador Eterno
Don Ángel, el Gallardón te recordará por siempre. Descansá en paz, goleador. Tu legado vivirá en nuestros corazones y en la historia del Club Atlético Los Andes.
A continuación, te dejamos una de sus frases más importantes en el medio Fútbol en Mil Rayitas
"Cuando yo estuve en Los Andes, me encontré con dos personas maravillosas, que eran Don Eduardo Gallardón y Don Horacio Palacios, era una familia en ese tiempo, con toda dignidad y con toda pasión".